Esta vez os vamos a contar una historia. Durante unos días hemos estado trabajando el cuento de "Los siete cabritillos", hemos conseguido reunir hasta ocho versiones y estuvimos comparándolas, buscando semejanzas y diferencias. Luego decidimos representarla, a ver si os gusta:
Había una vez una cabra que vivía en el bosque con sus siete hijitos.
Un día mamá tuvo que salir a comprar. - ¡No le abrais la puerta a nadie!.- Les dijo a sus hijos.
Pero un lobo malvado andaba merodeando por el lugar. Llamó a la puerta de los cabritillos y dijo: - Abridme la puerta, soy vuestra mamá.- 
- Enseñanos la patita por debajo de la puerta.-
Dijo uno de los cabritillos.
El lobo enseñó la pata y al verla tan negra todos gritaron:
-Tú no eres nuestra mamá, ella tiene las patitas blancas como la nieve, vete de aquí lobo malo.- 
El lobo se marchó furioso y se fue a la panadería, donde se manchó las patas de harina para poder engañar a los cabritillos, que al ver su pata blanca le abrieron creyendo que era su mamá.
El hambriento lobo se tragó a los cabritillos sin masticarlos siquiera, a todos menos al más pequeño, que se había escondido detrás del reloj. 
Cuando la mamá llegó ,el pequeño cabritillo salió de su escindite y llorando le explicó a su madre lo sucedido: -!El lobo se ha comido a todos mis hermanos!
- Cojamos unas tijeras, aguja e hilo a ver si podemos salvar a tus hermanos.
El lobo se había quedado dormido debajo de un arbol del bosque. La mamá cabra le abrió la barriga y todos los cabritillos salieron. Luego le llenaron la barriga de piedras y se la volvieron a coser.
Cuando el lobo despertó estaba tan sediento que se acercó al río a beber y se cayó. Los siete cabritillos y su mamá pudieron ya vivir felices y contentos.
- FIN -
Tenemos que saber nuestro nombre completo por si algún día nos perdemos, aunque en realidad son los padres los que a veces se despistan, según nos dijo el policía. Debemos quedarnos en el sitio para que nos encuentren y nunca irnos con desconocidos.
También estuvimos repasando los colores del semáforo y cómo cruzar la calle, siempre de la mano de un adulto, mirando antes a los dos lados y por supuesto cuando el muñequito esté en verde.
Como estuvimos tan atentos y aprendimos tantas cosas hemos conseguido nuestro propio carné de policía. Aquí tenemos al agente Álvaro mostrándonos orgulloso el suyo.
Recordamos también otros momentos que hemos celebrado juntos en clase desde que empezó el curso. ¡Felicidades y besos a todos!
